Cada año se jubilan varios profesores y profesoras que dejan un rastro de muchos años dedicados a la educación y que apenas si queda disuelto en un brindis de despedida.

El 25 de enero despedimos a Isabel Herrera, del departamento de Sanitaria la que fue durante muchos años una excelente profesora y puso su sabiduría y su pasión al servicio del alumnado del I.E.S. Punta del Verde.

iherrera2

En la celebración, tuve la suerte de estar sentado en la misma mesa que Isabel,  que hizo un emotivo discurso, cuyo texto me dió permitiéndome  publicarlo en la web. Me parece muy interesante tanto para el alumnado de Sanidad como para los profesores están empezando su andadura profesional. Antes de reproducir el texto íntegro de su discurso quiero resaltar las palabras que más me emocionaron:

Mis alumnos, merecen una mención especial, pues sinceramente os lo digo, han sido lo más importante de mi profesión. Alumnos trabajadores, responsables, luchadores para realizar sus sueños y ejercer la profesión con la que siempre habían soñado.

Texto íntegro de su discurso:

Queridos amigos,

Hoy es para mí un día muy especial, lleno de emociones, en el que quiero y tengo la necesidad de dirigirme a vosotros con unas palabras escritas, que me permitirán cerrar definitiva y correctamente esa etapa tan importante de la vida que es la laboral.

En primer lugar quiero agradecer a Manolo Anguita, a todos los que habéis participado en la organización de esta cena, a los que estáis hoy aquí, y a los que no han podido estar por diversas circunstancias, el cariño que nos estáis demostrando a Fátima y a mí al acompañarnos en este día tan bonito e importante para ambas.

Un día 31 de julio salí por las puertas del Instituto Punta del Verde, no como cualquier otro día, sino sintiendo una emoción especial. En el último Claustro, Fátima me nombró como una de las personas afortunadas que ese año nos jubilábamos, y me cogió tan de sorpresa, porque yo aun no sentía eso de estar jubilada, que las palabras que salieron de mi fueron que había sido feliz, ejerciendo la profesión docente, y a ellas me remito, porque lo primero que se declara, según dicen, es lo más cierto y verdadero.

Algunos sabéis que antes de ser docente, ejercí la Medicina, estudios que había elegido por verdadera vocación, pero por circunstancias de la vida y, en concreto, lo que yo llamo la reconversión industrial de los Análisis Clínicos, al aparecer los autoanalizadores, que casi todo el trabajo lo hacían automáticamente, me llevaron a prepararme estas oposiciones, y de este modo llegué a la docencia.

Sin embargo este hecho, tuvo como consecuencia, que haya tenido la dicha, y por eso doy gracias a Dios, de haber podido ejercer las 2 profesiones que tanto han aportado a mi vida.

De mis años como docente quisiera recordar, en este día, lo que considero ha sido más importante para mí.

Mi instituto, el Punta del Verde, el único, no me moví nunca, me gustaba, no por su arquitectura precisamente, pero si por su contenido, quizás también influyeron esas buganvillas y jazmines que lo rodean.

Sus Directores, hoy, Fátima, el destino nos ha llevado a compartir este día tan especial para ambas. Por eso quiero dirigirme especialmente a ti, pero también como representante de todos ellos, para agradeceros, como siempre ha estado abierta para mí la puerta de vuestro despacho, como siempre habéis escuchado y respetado mis opiniones. Siempre me he sentido valorada por todos vosotros y eso es importante para sentirse feliz en un trabajo. Gracias por todo vuestro esfuerzo por mejorar nuestro Instituto.

Mi Departamento, en el que he podido ejercer, de otra forma, la docente, la especialidad Médica que más me gustó, el Radiodiagnóstico. Mis compañeros de Departamento, desde los que llegamos en el 88 u 89, con 30 años más o menos, cargados de ilusión y con muchas ganas de trabajar y de hacerla bien, hasta los que os habéis ido incorporado desde entonces. Hacia todos vosotros mi admiración y mi respeto por el trabajo realizado, que ha hecho que nuestros alumnos hayan sido siempre valorados en los diferentes hospitales de Sevilla, por sus conocimientos técnicos, así como por lo que todos hemos tratado siempre de transmitirles, y tan necesario en una profesión como la Sanitaria, responsabilidad en el trabajo y cariño y cercanía con los pacientes, lo que siempre se ha llamado ser humanitario.

Mis amigos y compañeros de otros Departamentos, gracias por el trabajo de calidad realizado desde vuestras diferentes Áreas y que han contribuido al prestigio de nuestro centro. Con muchos de ellos he compartido buenos momentos, que no sólo quedan en el pasado, sino que algunos hoy jubilados seguimos volviendo a disfrutar en nuestras reuniones mensuales.

Mis alumnos, merecen una mención especial, pues sinceramente os lo digo, han sido lo más importante de mi profesión. Alumnos trabajadores, responsables, luchadores por realizar sus sueños, ejercer la profesión con la que siempre habían soñado. También simpáticos, buenas ersonas, llenos de valores de los que se precisan tanto en estas profesiones sanitarias. A todos ellos, mi recuerdo y mi agradecimiento por haber podido contribuir en algo a la formación que han logrado alcanzar con su esfuerzo y voluntad.

Para concluir y no ser más pesada, mis últimas palabras van a ir dirigidas, con emoción, a un gran amigo del alma, que estoy segura hoy me hubiera acompañado. Juan Diego, tú me recibiste un día de septiembre del año 88, y quiero que seas también el que me despida. Desde el primer momento, tu trato hacia mí, fue siempre cariñoso y lleno de buenos consejos. Nuestra amistad traspasó el ámbito profesional y llegó hasta nuestras familias, cariño y amistad que hoy sigo manteniendo con tu esposa, Begoña, y con tus hijos. Desde aquí quiero transmitirle mi agradecimiento y mi recuerdo con unos versos de Juan Ramón Jiménez, que se leyeron en tu memoria, y que yo hoy vuelvo a leer aquí, y me sirven para reflexionar, no con tristeza y nostalgia del tiempo pasado, sino con el optimismo y alegría, de que aunque nosotros nos vayamos, todo sigue, y vienen otros detrás que con esa ilusión de la juventud continúan y mejoran lo que nosotros iniciamos.

Y yo me iré.
Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

iherrera3

Isabel Herrera.